lunes, 20 de agosto de 2012

GALEONES DE LA NUEVA ESPAÑA



Los llamados Galeones de la Ruta Oceánica debían preparar los escasos camarotes, generalmente ubicados en la popa para transportar a los ilustres pasajeros. Se asegura que el menaje de casa y equipo de doña Juana Francisca Diez de Aux y Armendáriz, marquesa de Cadereyta y de su hija Rosalía, esposa e hija respectivamente del duque de Albuquerque, requirió de una recua de 120 mulas para ser trasladado de Veracruz a México, donde su entrada fue considerada, debido al voluminoso cargamento, como espectacular para la época.

Los viajes comunes- Si bien estos excesos sólo se daban ocasionalmente y es bastante probable que en estas circunstancias el galeón en turno estuviera prácticamente fletado para el traslado de este nivel político y social de pasajeros, los viajes comunes se caracterizaban por su incomodidad, sus precarias condiciones de higiene y su tradicional hacinamiento humano.

Supersticiones a bordo- Desde épocas muy antiguas, los gatos eran tenidos como "amuletos de buena suerte" para los marineros; en Japón se aseguraba que eran capaces de presentir cuando el tiempo iba a cambiar y que avisaban con asombrosa anticipación, por medio de especiales maullidos, si alguna tormenta se desataría en los siguientes días de travesía; en otros lugares se decía, en cambio, que eran capaces de conjurar los diversos peligros del mar y cuando se abrió la ruta del famoso Galeón de Manila se llevaba en aquellos barcos a varios de estos animales, pues era conseja general que su presencia bastaba para alejar al temido "alichán de los mares", aquel monstruo fantástico que atacaba los bajeles y devoraba a su tripulación dejando como prueba de su existencia los esqueletos de la marinería tendidos en las cubiertas de los barcos encontrados así, con su siniestra carga, flotando a la deriva, tal como sucedió con el Galeón San José en el año de 1657.

Cargamentos obligados- Lo cierto es que los gatos, imprescindibles viajeros, acompañaban siempre en su travesía a todo tipo de galeones con el objeto de controlar, hasta donde les era posible, las plagas de ratas y ratones que siempre proliferaban en las bodegas. Estas naves, sobre todo durante los primeros viajes, eran cargadas con los más inimaginables productos: cabras, borregos, asnos, mulas y caballos que así como los pollos y las gallinas constituían casi siempre cargamento obligado. Semillas de trigo y legumbres diversas no faltaban, así como ciertos muebles llegados a Sevilla desde diferentes puntos de Europa; tapices, cerámica, herramientas especializadas y arcones repletos de correspondencia oficial de la corona española eran carga segura, como también los toneles que contenían aceite, vino y el agua necesaria para el viaje, al igual que los bastimentos indispensables para la travesía. A esta variedad de productos se sumaban la pólvora y las balas de los cañones y sus similares, destinados no sólo a los fuertes militares de los dominios españoles, sino a los que eventualmente usaba la tripulación en arcabuces y pistolas, en caso de un asedio de la piratería.

En caso de hundimiento- Los galeones contaban con lanchas de remos para facilitar la evacuación de los viajeros en caso de hundimiento; sin embargo, regularmente éstas no eran suficientes para la numerosa tripulación que iba a bordo, integrada por oficiales y marinería cuyo número variaba en función del tamaño del navío, pasajeros con diversas categorías en algunos casos acompañados de mucho personal a su servicio y una cantidad indeterminada de esclavos enviados a las colonias con base en previos requerimientos, por cierto nunca satisfechos debido a las exorbitantes peticiones. Los viajes interoceánicos eran anunciados por bando solemne con varios meses de anticipación y algunos documentos de la época han dejado constancia que el cupo se llenaba de tal manera que hubo quien debió esperar hasta tres salidas (lo que representaba aproximadamente año y medio) para emprender el aventurado viaje. Riquezas transportadas Si los cargamentos procedentes de Europa eran voluminosos y bastante diversificados, no fueron ni el pálido reflejo de aquéllos que llegaban de Oriente y retornaban a las Filipinas cargados de plata, cochinilla de grana y jabón.

Recordemos que el famoso parián de los sengleyes en Manila, que fue una especie de gigantesca central de abastos, concentraba en sus bodegas productos procedentes de Persia, India, Indochina, China y Japón destinados al poderoso virreinato de la Nueva España: especierías, perfumes, porcelanas, marfiles; bronces, muebles –entre los que destacaban los biombos–, seda, hilo de oro y de plata, textiles diversos, perlas y piedras preciosas a granel, piezas de jade y joyería fina. Objetos que en su conjunto requerían de un cuidadoso y voluminoso empaque en enormes cestos y cajas de bambú finamente tejido, por ello no sorprende que durante el siglo XVIII existieran galeones que surcaban el Océano Pacífico como el Rosario y el Santísima Trinidad que desplazaban un peso de 1700 y 2000 toneladas, respectivamente. También de allá venían esclavos y en esa condición llegó a México "Mirra", bautizada con el nombre de Catharina de San Juan, la famosa "China Poblana".

Los viajes de Acapulco a Manila debían realizarse entre los meses de marzo a junio, en tanto que la tornavuelta tenía lugar de julio a enero, ya que en su conjunto eran meses ideales para realizar la siempre peligrosa travesía. La bibliografía existente respecto a este tema es enorme, pero en su conjunto casi nada aporta sobre las condiciones mismas de las travesías que surcaban los dos grandes océanos. Cuando alguna epidemia se desataba a bordo, era consignada en los documentos de "arribo" debido a la cuarentena a la que era sometida toda la tripulación del navío infectado, pero lo sucedido a bordo, lo cotidiano en el acontecer de aquellos fascinantes viajes se perdió con el tiempo de los galeones. 

Fuente visitada. mexicodesconocido.com

viernes, 10 de agosto de 2012

MÉXICO UN PAÍS MEGADIVERSO


México es uno de los 12 países mega diversos del mundo. Con alrededor de 200 mil especies diferentes, México es hogar de 10–12 por ciento de la biodiversidad mundial. México califica primer lugar en biodiversidad de reptiles con 733 especies conocidas, segundo en mamíferos con 448 especies, tercero en anfibios con 290 especies, y cuarto en flora, con 26 000 diferentes especies. México es también considerado el segundo país en el mundo en ecosistemas y el cuarto en total de especies. Aproximadamente 2500 especies están protegidas por la legislación mexicanas. El gobierno mexicano creó el Sistema Nacional de Información acerca de la Biodiversidad, que se encarga de estudiar y promover el uso sustancial de los ecosistemas.

En México, 170 mil kilómetros cuadrados son considerados "Áreas Naturales Protegidas". Incluidos 34 biosferas reservas (ecosistemas inalterados), 64 parques nacionales, 4 monumentos naturales, 26 áreas para proteger la flora y la fauna, 4 áreas para la protección natural y 17 santuarios (zonas con rica diversidad de especies).

 Uno de los casos que más llama la atención es la reintroducción de bisonte americano a México, por ignorancia los ganaderos lograron exterminar a todos los bisontes en las llanuras del norte del país, el último ejemplar nativo se observó en 1922 en el estado de Chihuahua, durante casi un siglo en el país se pensó que este animal era nativo de Estados Unidos y no había habido intentos de recuperar la espacie. En el año 2005 el gobierno de los Estados Unidos donó crías y algunos ejemplares al gobierno mexicano para reintroducirlos a su vida salvaje 23 bisontes (20 hembras y 3 machos), estos ejemplares eran provenientes de la reserva Wyan Cane, Dakota del Sur, la reintroducción del búfalo americano en la reserva natural mexicana de El Uno en el municipio de Janos, Chihuahua; cerca de los pastizales fronterizos con Nuevo México. El 13 de mayo de 2010 nació la primera cría en territorio chihuahuense de aquellos ejemplares donados por el gobierno de Dakota del Sur, los estudios genéticos realizados en ambos países publicaron el tipo de bisontes que habitaron en México hasta principios del siglo XX.

Fuente visitada.
Wikipedia.

domingo, 5 de agosto de 2012

CHAVELA - LA VOZ ROTA


La voz rota que hizo llorar al mundo entero.
Hasta que hoy se apagó la voz rota con la que hizo llorar a millones de personas en todo el mundo, la verdadera patria de Chavela Vargas fue la rebeldía con la que destrozó un tabú detrás de otro y de la que extrajo las fuerzas para seguir en los escenarios hasta el final. Hasta que esta tarde la muerte vino a buscarla, seguramente con la imagen de la Catrina (una calavera que simboliza la muerte), la artista vivió 93 años llenos de intensidad, en los que dejó más de ochenta discos y canciones interpretadas de un modo inolvidable como Piensa en mí o La Llorona. Las perpetuas gafas oscuras, el rostro arado por mil surcos, unas piernas maltrechas que acabaron descansando en silla de ruedas y una garganta que se perdía no consiguieron borrar la rebeldía satisfecha que desplegaba Chavela en cada sonrisa, ni el impacto de mil puñetazos que tenía su lengua.

La Chavela brotó en Costa Rica, el 17 de abril de 1919, pero emigró de adolescente a México de después de la Revolución, donde se hizo amante de la pintora Frida Kahlo (1907-1954) -se declaró abiertamente homosexual en 2000- y comenzó a cantar en los años cincuenta. El primer éxito de su carrera, Macorina, le agarró en Cuba, adonde había ido para una sola actuación y se quedó dos años. Como tantas otras -Luz de luna, La llorona- la voz de Chavela convirtió el tema en inmortal. Su voz se convirtió en la favorita de los grandes compositores mexicanos. "Él era el único que me llamaba Isabel", dijo de Agustín Lara, El Flaco, cuyo legado musical guarda México con celo extremo; de José Alfredo Jiménez tenía como favorita Las ciudades y que escribía en cualquier lugar, aunque fuera en el cristal de un coche con pintalabios.
A ambos los lloró y sobrevivió por décadas, convencida de que los dioses se llevan pronto a los buenos y dejan en este mundo a los menos buenos, a pesar de que Chavela hizo durante años méritos para dar con su poncho rojo y sus huesos en brazos de la parca.

Ella, que lucía temeraria en cada actuación como un equilibrista sobre un alambre en las alturas, comenzó a mirar abajo y a sentir auténtico pavor ante el público que la hizo diosa, y se dejó atrapar por el demonio de la botella. Compró billete de ida para una singladura por el océano del alcohol -llegó a calcular que había bebido unos 40.000 litros de tequila- con escala en cada cantina y destino final en el boulevard de los sueños rotos, abandonada por (casi) todos. El viaje duró quince años, pero la rebeldía de Chavela la llevó a luchar contra sí misma; y salió del pozo, escalando trabajosamente y ganándose cada bocanada de aire, dejó de beber. Desde entonces, desde 1990, no ha vuelto al trago.

El ave fénix volvió a vestir su poncho rojo y puso su voz al servicio del público de nuevo, con el corazón atemperado por la experiencia, y derritió con sus llamas todos los escenarios, durante más de una década y media. Aunque se despidió en 2006 de los escenarios, regresó dos años después para ofrecer un último concierto en el Auditorio Nacional de Ciudad de México, en el que logró ovaciones y aplausos, y del que tuvo que retirarse prematuramente por su frágil salud de hierro. En sus últimos años de vida se dejó escuchar de vez en cuando, cuando sus achaques le dieron tregua; su última aparición tuvo lugar en el 10 de julio pasado en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde ofreció un concierto raro y único del que se despidió con un hasta luego.


 Fuente visitada. lavanguardia.com/cultura