miércoles, 13 de abril de 2011

MÉXICO


La arquitectura en general es de un estilo bastante puro, y hay también edificios de bellísimo orden. El exterior de las casas no está cargado de ornatos. Las barandillas y rejas son de hierro de Vizcaya, y los ornatos, de bronce. En vez de tejados, las casas tienen azoteas. Dos clases de piedras de cantería, la amigdaloide porosa llamada tetzontli, y sobre todo un pórfido con base de feldespato vidrioso y sin cuarzo, dan a las construcciones cierto viso de solidez y aun de magnificencia.

Esta ciudad ha dejado en mí cierta idea de grandeza, que atribuyo principalmente al carácter grandioso que le dan su situación y la naturaleza de sus alrededores, pues no puede darse espectáculo más rico y variado que el que presenta el valle cuando se le contempla desde las torres de la catedral o desde la colina de Chapultepec. Una bella vegetación rodea a esta colina, desde la cual se domina una extensa llanura y campos muy bien cultivados que se extienden hasta el pie de montañas colosales, cubiertas de nieves perpetuas.

La ciudad se presenta al espectador bañada por las aguas del lago de Tezcuco, que rodeado de pueblos y lugarcillos, le recuerda los más hermosos lagos de Suiza. En el valle de México, los únicos monumentos antiguos que llaman la atención por su grandeza, son los restos de las dos pirámides de San Juan de Teotihuacán, consagradas al sol y a la luna y llamadas por los indígenas Tonatiuh Itzacual, casa del sol, y Meztli Itzacual, casa de la luna. La primera tiene en su estado actual una base de 208 metros de lado, y 55 de altura; la segunda es once metros más baja y su base es mucho menor. Los pueblos que los españoles encontraron establecidos en la Nueva España atribuían estas pirámides a la nación tolteca, lo que, siendo así, hace remontar su construcción al siglo VIII o IX, porque el reino de Tollán duró desde 667hasta 1031. Ambas están orientadas de N. a S. y de E. a O. Formaban cuatro pisos, de los cuales hoy no se ven sino tres. En otro tiempo se subía a su cima por una escalera de grandes piedras de sillería; y allí, según cuentan los primeros viajeros, se hallaban estatuas cubiertas de láminas muy delgadas de oro.
Según una tradición india, el interior de las pirámides está hueco; pero como no han sido perforadas transversalmente, es imposible hablar con certidumbre de su estructura interior. Alrededor de ellas hay centenares de pirámides pequeñas ordenadas en calles muy anchas que siguen exactamente la dirección de los paralelos y los meridianos y que terminan en las cuatro caras de las dos pirámides grandes. Parece bastante cierto que estas pirámides pequeñas servían de sepultura a los jefes de las tribus.

Otro monumento antiguo muy notable es el atrincheramiento militar de Xochicalco, al S.S.O. de Cuernavaca, cerca de Tetlama. Es una colina de 117 metros de altura, dividida en cinco terrazas revestidas de mampostería. Las piedras están cortadas muy regularmente y adornadas con figuras jeroglíficas entre las que se distinguen cocodrilos echando agua y, lo que es muy particular, hombres sentados con las piernas cruzadas a la manera asiática. La plataforma superior tiene cerca de 9,000 metros cuadrados, y presenta las ruinas de un pequeño edificio cuadrado que sin duda sirvió de último asilo a los sitiados.

El palacio de Moctezuma estaba donde hoy se halla el del duque de Monteleone, llamado Casa del Estado, en la Plaza Mayor, al S. O. de la Catedral. Se componía de un gran número de casas espaciosas, pero de poca altura, que ocupaban el terreno comprendido entre el Empedradillo, la calle de Tacuba y el convento de la Profesa. Después de conquistada la ciudad, Cortés hizo su palacio en frente de las ruinas del de Moctezuma, donde hoy está el de los virreyes; pero el Gobierno se lo hizo ceder para la Audiencia, y recibió el nombre de Casa del Estado.
Los descendientes de Cortés recibieron en cambio el solar del antiguo palacio de Moctezuma, y allí construyeron el hermoso edificio en que hoy están los archivos del Estado. Cuando el conquistador hizo su primera entrada en la ciudad, el 8 de noviembre de 1519, él y sus tropas se alojaron en un edificio que había habitado el rey Axayácatl, y del cual aún se ven algunos vestigios detrás del convento de Santa Teresa, en la esquina de las calles de Tacuba y del Indio Triste.

Un puentecillo cerca de Buenavista ha conservado el nombre de Salto de Alvarado, en memoria del prodigioso salto que dio Pedro de Alvarado en el desastre de la noche triste de 1 de julio de 1520. Parece que ya en tiempo de Cortés se ponía en duda la verdad histórica de este hecho, que por tradición popular se conserva entre los habitantes de México.

El Puente del Clérigo, cerca de la plaza mayor de Tlaltelolco, se enseña a los extranjeros como el lugar donde cayó prisionero Cuauhtemotzin; pero de las indagaciones que he hecho con el P. Pichardo resulta que el joven monarca cayó en manos de García Holguín en un gran estanque que había entre la Garita de Peralvillo, la plaza de Santiago Tlaltelolco y el puente de Amaxac. Cortés estaba en la azotea de una casa de Tlaltelolco cuando le llevaron al rey prisionero.

Después de la destrucción de Tenochtitlán, Cortés permaneció con los suyos durante cuatro o cinco meses en Coyohuacan, y estuvo perplejo acerca del lugar donde debía reedificar la ciudad, hasta que se decidió por el emplazamiento antiguo. El mercado de México está abundantemente provisto de comestibles, sobre todo de legumbres y frutas. La mayor parte de las legumbres se cultivan en las chinampas, que los europeos llaman jardines flotantes, cuya invención parece venir de fines del siglo XIV. antorcha.net

1 comentario:

  1. Que buen relato que realizó, sin dudas que México encierra una historia riquísima para que podamos ir a conocer, asi como las pirámides de Teotihuacan .

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