martes, 31 de agosto de 2010

XOCHIMILCO (HISTORIA)


La ocupación humana más antigua en el territorio del actual Xochimilco data del período preclásico superior.
Durante el período clásico, buena parte de la población se concentró en la ciudad de Teotihuacan, al noreste del lago de Texcoco, por lo que el territorio xochimilquense quedó prácticamente despoblado, y sometido a la esfera política de la Ciudad de los Dioses.
La tribu de los xochimilcas fue una de las migrantes que penetraron en el corazón de Mesoamérica entre los siglos X y XIV. Ellos fueron quienes en el siglo X edificaron el centro ceremonial de Cuailama, A partir de entonces se extendieron por la ribera sur del lago de Xochimilco, las islas de Tláhuac y Míxquic, hacia la sierra de Ajusco-Chichinauhtzin.
El arqueólogo Eduardo Noguera, en su informe "Exploraciones estratigráficas en Xochimilco, Tulancingo y Cerro de la Estrella", también nos relata cómo los xochimilca fueron fundadores de pueblos, antes de su asentamiento en el sur de la Cuenca de México:
Al llegar al Distrito Federal y tras un largo recorrido por todas las márgenes del lago se establecen en la planicie de Cuauhilama. Ésta última localidad corresponde al actual pueblo de Santa Cruz Alcapizcan, en las faldas del cerro Cuauhilama, en donde se encuentran los petroglifos que han sido descritos en varias publicaciones, finalmente se establecieron en Xochimilco en 1156.
En 1378 los Xochimilcas fueron sometidos por los mexicas al gobierno de Tenochtitlán, los xochimilcas fueron obligados a aportar mano de obra para la construcción de la capital mexica, y de numerosas obras urbanísticas, especialmente en el acueducto de Chapultepec, la calzada de Iztapalapa y el albarradón de Nezahualcóyotl.
Durante la Conquista de México, Hernán Cortés entregó Xochimilco, sus tierras y población a Pedro de Alvarado permaneciendo así hasta su muerte en 1541.
Felipe II de España elevó a la categoría de ciudad al pueblo de Xochimilco en 1559. Fue llamada "Noble ciudad de Xochimilco".
Luego de la independencia Xochimilco pasó a formar parte del estado de México. Su actividad principal seguía siendo la agricultura, cuya producción se transportaba en trajineras desde las chinampas hasta los principales mercados de la ciudad de México, como La Merced y Jamaica.
Durante la Revolución Mexicana, Xochimilco fue ocupado por grupos de todas las facciones que intervinieron en la guerra. En 1911, los zapatistas penetraron al territorio del Distrito Federal provenientes del estado de Morelos, pronto ocuparon varias poblaciones de la municipalidad de Xochimilco, incluida su cabecera, que fue incendiada.
Al año siguiente, Emiliano Zapata y Francisco Villa firmaron el Plan de Xochimilco.
En 1968 como parte del equipamiento de México para la recepción de los juegos olímpicos de ese año, el canal de Cuemanco fue convertido en parte de la Pista Olímpica de Canotaje Virgilio Uribe.
La conurbación física y definitiva de Xochimilco a la ciudad de México ocurrió en las últimas tres décadas del siglo XX.


En 1987 la zona de las chinampas fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

lunes, 30 de agosto de 2010

LA LEYENDA DEL POPO


LA LEYENDA DE POPOCATÉPETL E IZTACCIHUATL

Hace tiempo, cuando los aztecas dominaban el Valle de México, los otros pueblos debían obedecerlos y rendirles tributo, pese a su descontento. Un día, cansado de la opresión, el cacique de Tlaxcala decidió pelear por la libertad de su pueblo y empezó una terrible guerra entre aztecas y tlaxcaltecas.
La bella princesa Iztaccíhuatl, hija del cacique de Tlaxcala, se había enamorado del joven Popocatépetl, uno de los principales guerreros de este pueblo. Ambos se profesaban un amor inmenso, por lo que antes de ir a la guerra, el joven pidió al padre de la princesa la mano de ella si regresaba victorioso. El cacique de Tlaxcala aceptó el trato, prometiendo recibirlo con el festín del triunfo y el lecho de su amor.
El valiente guerrero se preparó con hombres y armas, partiendo a la guerra después de escuchar la promesa de que la princesa lo esperaría para casarse con él a su regreso. Al poco tiempo, un rival de Popocatépetl inventó que éste había muerto en combate. Al enterarse, la princesa Iztaccíhuatl lloró amargamente la muerte de su amado y luego murió de tristeza.
Popocatépetl venció en todos los combates y regresó triunfante a su pueblo, pero al llegar, recibió la terrible noticia de que la hija del cacique había muerto. De nada le servían la riqueza y poderío ganados si no tenía su amor. Entonces, para honrarla y a fin de que permaneciera en la memoria de los pueblos, Popocatépetl mandó que 20,000 esclavos construyeran una gran tumba ante el Sol, amontonando diez cerros para formar una gigantesca montaña.
Desconsolado, tomó el cadáver de su princesa y lo cargó hasta depositarlo recostado en su cima, que tomó la forma de una mujer dormida. El joven le dio un beso póstumo, tomó una antorcha humeante y se arrodilló en otra montaña frente a su amada, velando su sueño eterno. La nieve cubrió sus cuerpos y los dos se convirtieron, lenta e irremediablemente, en volcanes. Desde entonces permanecen juntos y silenciosos Iztaccíhuatl y Popocatépetl, quien a veces se acuerda del amor y de su amada; entonces su corazón, que guarda el fuego de la pasión eterna, tiembla y su antorcha echa un humo tristísimo…
En cuanto al cobarde tlaxcalteca que por celos mintió a Iztaccíhuatl sobre la muerte de Popocatépetl, desencadenando esta tragedia, fue a morir desorientado muy cerca de su tierra, también se convirtió en una montaña, el Pico de Orizaba y se cubrió de nieve. Le pusieron por nombre Citlaltépetl, o "Cerro de la estrella" y desde allá lejos vigila el sueño eterno de los dos amantes a quienes nunca, jamás podrá separar.

domingo, 29 de agosto de 2010

CAMPO FLORIDO


En 1889, Francisco Lascuráin solicitó al Ayuntamiento que se le permitiera formar una colonia en el terreno de su propiedad denominado La Indianilla (en la Memoria de 1850 se llama “Indianillas”), ubicado al sur de la Garita de Belén.
Una gran porción de terreno fue adquirida por la Compañía de Tranvías para depósito de sus carros. Habiéndose suspendido la gestión de Lascuráin, el expediente correspondiente se extravió.
Según una cronista, “una india llamada María Clara, quien tenía varias propiedades, vendió algunas al padre Domingo Pérez Barcia, quien alrededor de 1675 construyó una pequeña capellanía en el rumbo hoy conocido como Indianilla. Lo mismo hicieron las indias María Concepción y María Paula, por esta razón con el tiempo le llamaron Indianillas al lugar”.

En 1895, C. M. Stewart, en nombre de la The Mexican City Propiety Sindicate Limited, presentó una propuesta al Ayuntamiento para fraccionar el referido terreno de la Indianilla. El 26 de diciembre de 1889 se aceptaron las condiciones propuestas.
Oficialmente se le llamó Colonia Hidalgo (antes de la Testamentaría de Escandón y de la Indianilla), pero se le conoce como Doctores en virtud de que sus avenidas y calles están dedicadas a médicos.
Las primeras casas al norte de esta colonia se construyeron en tiempos del virreinato, aunque en la actualidad ninguna de ellas existe. El Panteón del Campo Florido se encontraba hasta lo que hoy es la Avenida Dr. Leopoldo Río de la Loza en su esquina con Dr. José María Vértiz, llamado así en razón de las flores que ahí crecían sobre lo que pocos antes fuese un área pantanosa cegada. El cementerio, cerrado al culto en 1878, fue fundado en 1846 por el sacerdote Pedro Rangel.
A partir de 1880, Ramón Guzmán, impulsor del transporte citadino de trenes tirados por mulas, estableció sus patios de reparación de trenes en los terrenos que se conocen con el nombre de Indianilla, y donde hoy tienen sede la Procuraduría de Justicia del D.F. y el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.

En 1898 la Mexican Electric Tansway inició el cambió de líneas para la introducción del sistema de tranvías eléctricos denominado troley, servicio que inició el 15 de enero de 1900. Los terrenos de Indianilla continuaron sirviendo de patio y talleres durante 60 años, al cabo de los cuales se desmantelaron.

En 1889, Pedro Serrano inició el fraccionamiento formal de un predio que se iniciaba en Niño Perdido y terminaba poco antes de la Calzada de la Piedad (hoy Avenida Cuauhtémoc). Esta avenida ocupa el trazo de la antigua calzada construida por el virrey Juan de Mendoza y Luna en la primera década del siglo XVII para unir a la Ciudad de México con el pueblo de la Piedad, que ocupó un área que corresponde hoy a donde se encuentran el Centro Médico Nacional, el Parque del Béisbol del IMSS (antiguo parque Delta) y la 8ª. Delegación de Policía.
Un tramo de esta avenida se llamó antiguamente Paseo de la Azanza y comenzaba en la Garita de Belén, a la altura de la hoy Avenida de Chapultepec, siguiendo sobre algunas calles hacia el sur. Se denominó así en memoria del Virrey Miguel de Azanza, quien gobernó Nueva España de 1798 a 1800. Era prolongación del Paseo de Bucareli, antes Paseo Nuevo.
En 1904, Francisco Lascuráin vendió a G. M. Stewart el predio de Indianilla para su lotificación. La colonia de los Doctores se consolidó a partir de la construcción del Hospital General de México inaugurado el 5 de febrero de 1905.
La construcción de este inmueble fue coronación de esfuerzos del Dr. Eduardo Liceaga quien pugnó por sustituir el viejo Hospital de San Andrés, que cerró sus puertas en 1903 y que poco después fue demolido para construir en su lugar el Palacio de Comunicaciones (hoy Museo Nacional de Arte) en las calles de Tacaba
A principios del siglo XX el Hospital Francés inició sus funciones, después de larga vida, cerró sus puertas en 1975, demoliéndose poco más tarde. Hasta los años sesentas, el barrio de la Indianilla fue famoso entre los noctámbulo por los caldos (de pollo) que ahí se vendían hasta entrada la madrugada. Estos caldos forman parte de la fisonomía histórica de la colonia.
Con objeto de dar servicio a los conductores de tranvías que a media noche llevaban su armatoste a guardar al depósito situado en el barrio de Indianilla, y para que los conductores que acudían en la madrugada a ese mismo lugar antes de iniciar la primera corrida, se fueron estableciendo los típicos puestos de consomé de pollo, que imprimieron a esa barriada un peculiar aspecto.
Tales cenadurías estaban en plena calle, construidas toscamente con paredes de tablas y techo de tejamanil. Fueron haciéndose famosas a partir de los años 20 y más adelante las visitaban no sólo tranviarios sino gente de todos los rumbos de la ciudad y de muy diversas condiciones sociales y económicas. Se volvió costumbre ir a los “caldos de Indianilla” después de pasar varias horas en algún cabaret o en una fiesta.
Estos eran servidos en despostillados platos de peltre por un hombre sonriente con delantal que había sido blanco en lejanos . Un mostrador a guisa de mesa bancos sin respaldo en los cuales turnaban asiento elegantes y emperifolladas damas de pieles y vestidos largos, y graves caballeros con atuendo de etiqueta, al lado de humildes obreros o borrachines desvelados; cancioneros ofreciendo sus servicios frente a las grades ollas humeantes... Todo esto era el escenario de los populares “Caldos de Indianilla”.

miércoles, 25 de agosto de 2010

MERCADOS CIUDAD DE MÉXICO

TEPITO

No hay barrio más antiguo, ni más famoso que Tepito. Tepito es el barrio bravo por antonomasia, en él se venden artículos de segunda mano, de reciclaje, saldos de ropa, fayuca, imitaciones de perfumes y casi todo lo que pueda imaginar si sabe preguntar a la persona adecuada. Es un gran mercado callejero que debe visitarse acompañado de una persona conocedora del lugar. Tepito es hoy en día una gigantesca aglomeración mercantil en la que conviven miles de comerciantes y consumidores que siguen haciendo de este lugar su mejor opción de compras en la Ciudad de México.

LA LAGUNILLA

La Lagunilla es un afamado y popular conjunto de mercados en el área del centro de la Ciudad de México, misma que sirviera de escenario para la filmación de diversas películas mexicanas que muestran el modo de vida de los barrios pobres de la zona. Aquí podrá encontrar, en casi mil puestos, desde semillas, frutas y legumbres; pasando por ropa y telas, hasta muebles y una gran variedad de comedores y puestos de antojitos mexicanos. Todo lo anterior englobado en un conjunto de cuatro grandes edificios con un típico ambiente de vendimia mexicano.

COYOACÁN

Coyoacán es un típico barrio colonial en el que, además de calles empedradas repletas de librerías y mucha historia, encontrará una gran cantidad de coloridas tiendas y mercados de artesanías en los que sus propios creadores son quienes los ofrecen en venta. Con ellos podrá practicar el arte del "regateo" mientras disfruta del pintoresco paisaje formado por vendedores de globos, chicharrones y helados, así como uno que otro mimo que le robará muchas sonrisas y carcajadas. Es aquí donde los amantes de Marley, Lennon y de la onda hippie encuentran su centro de compra-venta.

ZONA ROSA

La llamada Zona Rosa ha sido durante más de veinte años un espacio ideal para pasear e ir de compras en la Ciudad de México. Situada en el área del parque de Chapultepec, la Zona Rosa es un punto estratégico comercial en la ciudad pues ofrece diversas boutiques y galerías de primer nivel exhibiendo la obra de distintos artistas nacionales e internacionales.

martes, 24 de agosto de 2010

BOSQUE DE CHAPULTEPEC


Historia: En una monografía de Rubén M. Campos, publicada en el año de 1922 y cuyo título es “Chapultepec”, aparecen datos y noticias referentes al legendario bosque de ese mismo nombre, que pueden dar idea bastante clara de su historia desde los tiempos precortesianos.

Parece ser que el Bosque de Chapultepec fue, desde tiempos inmemoriales, lugar de esparcimiento y de recreo, debido esto sin duda, a las naturales bellezas del paraje. Dícede, que Netzahualcoyotl, el Rey Poeta, fue el primero que ideó construir al pie del cerro en el cual se levanta actualmente el Castillo, un palacio en el que moró algunos años. También otros reyes aztecas posteriores tuvieron su morada allá, habiendo encontrado los conquistadores no solo los edificios de los reales aposentos, sino también un adoratorio indígena en la cumbre del cerro, en el cual se celebraban los ritos sangrientos peculiares de la raza conquistada.

Consumada la conquista, el Bosque de Chapultepec fue asignado al conquistador don Hernando Cortés por merced del Emperador Carlos V.; pero el 25 de Junio de 1530, el Rey Felipe II mandó, por Real Cédula, que de las posesiones que Carlos V concediera al conquistador, fuese segregado el sitio de Chapultepec y entregado a perpetuidad a la ciudad de México, para que nadie impidiera en tiempo alguno, el libre uso de aquel lugar de privilegiada belleza ni de sus fuentes y albercas; orden esta que fue debidamente cumplida por la Audiencia de la Colonia. Entonces los Virreyes, siguiendo el ejemplo de los antiguos Monarcas Aztecas, designaron el ameno sitio como lugar de recreo y de descanso para ellos mismos y construyeron en el mismo lugar que antaño ocupó el Palacio del Rey Netzahualcoyotl, la residencia veraniega Virreynal, en tanto que los Frailes Franciscanos edificaban en el lugar en que se levantó antes el adoratorio azteca, una Ermita dedicada a San Francisco Javier.

En 1785, el Virrey don Bernardo Gálvez mandó demoler la vieja Ermita que se alzaba en la cumbre del cerro y en su lugar, mandó construir el histórico Alcázar, que fue terminado algunos años más tarde, después de no pocas dificultades de carácter económico.

Desde entonces aquel fue el lugar veraniego de los Virreyes Coloniales y, después de consumada la Independencia y anexada la finca al Gobierno Federal, en virtud de la Ley de 4 de Agosto de 1824, sirvió de albergue a distintos mandatarios que tuvo la Nación, algunos de los cuales se preocuparon por embellecer y mejorar tanto el Castillo como el Bosque hasta llegar a ser ambos lugares, como lo son en la actualidad, algo de lo mas hermoso que existe en la República.

No siempre fue el Bosque de Chapultepec de la misma extensión que actualmente tiene; en diversas ocasiones se le anexaron diferentes terrenos a fin de ampliarlo convenientemente.

domingo, 22 de agosto de 2010

BARRIO DE SANTA CATARINA-COYOACÁN-



Un verdadero oasis de paz y tranquilidad en la capital de México es el barrio de Santa Catarina, enCoyoacán.
Al sur de la ciudad de México se encontraba un antiguo asentamiento prehispánico llamado “Omac”, que significa “entre dos aguas”, aquí se levanta ahora la plaza de Santa Catarina, a un lado de la calle que tenia por nombre Camino Real, hoy Francisco Sosa.
Rodeada de hermosos árboles en la plaza se respira un ambiente de tranquilidad que refleja lo pintoresco de la zona. Posee un muro que data del siglo XVII y el busto del cronista Francisco Sosa (cronista e historiador de Coyoacán) que habito en esta zona en la casa con el número 38 de la calle Camino Real hasta su muerte, en 1923.

La capilla se remonta al siglo XVI y esta dedicada a Santa Catarina de Siena; era una capilla abierta o de indios, donde los naturales de la zona recibían servicios de evangelización que aquí brindaba la orden de frailes franciscanos.Para 1650 fueron tapiados los huecos de su fachada adquiriendo una fisonomía estilo barroco.

Un grupo de religiosos establecieron una cofradía bajo la advocación de Santa Catarina Virgen y Mártir, por lo que pensaron construir una casa que sirviera de hospital con su respectiva iglesia. Todo esto pasaba en 1536.
El 12 de enero de 1537, las autoridades les otorgaron un solar cerca del monasterio de Santo Domingo; el estreno de lo que en principio era una pequeña capilla fue al año siguiente para que 30 años después, se convirtiera en parroquia en virtud de lo populoso del barrio.
Ubicada en lo que son hoy las calles de Nicaragua y Brasil, en pleno Centro Histórico del Distrito Federal, esta parroquia se deterioró severamente con un inundación ocurrida en 1629.
Por lo anterior, fue necesario reedificarla. Doña Isabel de la Barrera, mujer de Don Simón de Haro fue determinante en el proyecto gracias a sus aportaciones económicas. Se abrió al culto público en enero de 1662.
Empero, a los pocos años fue derrumbada: circularon dos argumentos para dicha acción: uno en el sentido de que no era lo suficientemente amplia para los feligreses, y la otra que carecía de la solidez necesaria en sus cimientos, por lo que era peligrosa y podría caer de un momento a otro.
Lo cierto es que se erigió un nuevo inmueble que se abrió a los feligreses en febrero de 1740.
Fue en febrero de 1931 cuando se le declaró a este inmueble como Monumento Artístico.
Sin embargo no todo es color de rosa en la historia de esta parroquia; en 1933 fueron detectadas dos inclinaciones: una de sur a norte y otra de poniente a oriente, además de un hundimiento en el muro norte por el gran peso de la cúpula.
Debido a lo anterior, se han realizado obras de conservación casi permanentemente, ya que en 1949 aparte de que se encontraba en pésimo estado, se estaba hundiendo. Por si fuera poco, en 1974 hubo un incendio cerca del inmueble que afortunadamente no dañó la estructura del templo.
Indudablemente, la parroquia de Santa Catarina Virgen y Mártir tiene un significado muy especial en el Centro Histórico.

sábado, 21 de agosto de 2010

PUEBLA


La zona donde hoy se encuentra la ciudad de Puebla, era conocida por los antiguos pobladores de México y a la cual denominaban Cuetlaxcoapan que quiere decir "Donde las Serpientes Cambian de Piel", sin embargo solo existían por ese lugar algunas zonas de labranza y ningún vestigio prehispánico.

La historia de su fundación mezcla la leyenda, los hechos y lo probable.
En el año de 1530 Don Sebastián Ramírez de Fuenleal, presidente de la Segunda Real Audiencia de México, comisionó a Fray Toribio de Benavente a quienes los indigenas llamaban"Motolinía ", para que partieran de su diócesis en Tlaxcala, a buscar algún sitio adecuado para la creación de la nueva ciudad.
La zona que eligieron estaba delimitada por el cauce del río San Francisco y el Cerro de San Cristóbal (Hoy cerros de Loreto y Guadalupe). Ahí edificaron la primer capilla de la ciudad, sin embargo las lluvias torrenciales y el desigual crecimiento del río San Francisco y sus Afluentes, pusieron en peligro la existencia de la nueva ciudad, y para evitar su abandono se decidió cambiar su ubicación y así en el año de 1532 se estableció definitivamente la ciudad en la parte oeste del río San Francisco.
La fecha de su fundación es el 16 de Abril de 1531, cuando según cuenta la leyenda, los ángeles descendieron del cielo y señalaron al Obispo Julián Garcés, donde se tenía que construir la ciudad, debido a ello se le conoce también como la Angelópolis (Puebla de los Angeles).
Por otro lado también, se habla de que la creación de Puebla se dió debido a la necesidad de una ruta comercial más corta entre la Ciudad de México y Veracruz; y el sitio que albergaria al creciente número de españoles marginados del sistema de encomiendas, conviertiéndose en una ciudad alejada de los asentamientos indígenas y dedicada al descanso y comercio de españoles.
Asi pues el El 20 de marzo de 1532, la corona Española otorgó a la nueva ciudad el título de Ciudad de Puebla de los Ángeles y posteriormente en 1558 el título de Noble y Leal Ciudad de Puebla de los Ángeles. Luego en 1561 el de Muy Noble y Leal Ciudad de Puebla de los Ángeles y en 1576, se le nombró Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Puebla de los Ángeles.
Su clima favorable y su importante ubicación, hicieron que la ciudad prósperara rápidamente tanto en lo comercial como en lo cultural. Llegando a ser la segunda ciudad más importante de la Nueva España.
Posteriormente y después de la Independencia de México (1810), Puebla siguió siendo un centro cultural importante en el cual se forjó un grupo de humanistas extraordinarios, entre ellos Francisco Javier Clavijero.
Es aquí donde se imprime y difunde el plan consumador de la Independencia; residencia y lugar donde muere Ramos Arizpe, que da paternidad al federalismo.
El 11 de septiembre de 1862, por decreto del Presidente Benito Juárez, se designa a la ciudad, Puebla de Zaragoza.
Otros hechos historicos importante ocurridos en esta ciudad fue durante la Intervención Francesa el 5 de mayo de 1862 , cuando las fuerzas mexicanas comandadas por el General Ignacio Zaragoza (En los Cerros de Loreto y Guadalupe) derrotan a la armada francesa considerada el "Ejército más poderoso del Mundo". Posteriormente la ciudad fue sitiada por los franceses cayendo en 1863, sin embargo el 2 de abril de 1867 el General Porfirio Díaz los derrota con la toma de la ciudad, marcando este hecho el prólogo de la caída del imperio de Maximiliano.
Puebla mantiene entonces durante el Porfiriato su prestigio y nivel social, conviertiéndose en un lugar de recreación, esparcimiento y estudios; así como importante centro de desarrollo comercial, donde floreció la industria textil a principios del siglo XX.
Durante esta estapa la inmigración europea se promueve por lo que grandes comunidades extranjeras se establecieron en Puebla. Llegaron inmigrantes principalmente de España, Italia, Alemania, Francia y el Líbano.
Durante la segunda mitad del siglo XX, el panorama era diferente, la ciudad de Puebla se tranformó sobre todo en el ámbito social, estos cambios acompañaron a México en el año de 1968, perfilándola como una ciudad moderna y colonial. que luego en el año de 1987 es declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

jueves, 19 de agosto de 2010

PALACIO NACIONAL


En el lugar que actualmente se encuentra el Palacio Nacional, estuvo durante la época prehispánica el palacio de Moctezuma, después de la conquista fue posesión de Hernán Cortes; su hijo lo vendió a la corona española en 1562.
El edificio ha sido objeto de inumerables modificaciones, las principales fueron durante los gobiernos de Iturbide, Maximiliano, Porfirio Díaz y Alvaro Obregón. En 1927, durante el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles, se le agregó un piso más. En el segundo piso se encuentra el balcón central o presidencial, en el tercer nivel del edificio, se encuentra la campana que tañó el cura Don Miguel Hidalgo el 15 de septiembre de 1810.
El Palacio Nacional se encuentra abierto al publico en su mayor parte, en el se alojan las oficinas de la Presidencia y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
El patio central está decorado por la fuente del Pegaso, el patio tiene arcos de medio punto en sus tres niveles. El cubo de la escalera reviste particular importancia ya que allí se encuentra el mural realizado por Diego Rivera en 1914; denominado "Historia y Pesspectiva de México", en el se representan los principales acontecimientos históricos de México y sus protagonistas.
Diego Rivera pintó varios murales en el primer piso, describiendo con su pintura distintos aspectos de la vida prehispánica.
En el primero pintó escenas del mercado tradicional; en el segundo, el proceso del hilado, tejido y teñido del algodón. En el tercero, artes y oficios. En el cuarto el trueque comercial en el Tajín, teniendo como fondo "los voladores" y la pirámide de los Nichos. En el quinto está la extracción y procesamiento del hule. En el sexto, el maíz, desde su cultivo en las chinampas hasta su procesamiento en otros productos. En el séptimo vemos el cacao en cuanto a su cultivo y procesamiento. El octavo se refiere a la obtención del pulque y la fibra del maguey. En el noveno y último, la conquista, el martirio de los esclavos, y la evangelización de los indígenas.
En el Palacio Nacional se encuentran además: el Recinto Constitucional, donde se discutió y juró la Constitución de 1857; el Recinto a Juárez, al interior del recinto hay tres áreas, en la primera se encuentra una reproducción de las habitaciones del presidente Juárez, así como el mobiliario que utilizaba, su escritorio de campaña y fotos familiares; en la segunda área se encuentran objetos personales del ex presidente Juárez, y en la tercera y última área, está la biblioteca, con libros de Historia de México, además de 180 retratos de personajes que participaron en la Reforma y la Intervención así como una copia oficial del plano de la batalla de Puebla, además del Acta de Independencia, el Himno Nacional y el principio del decreto de la Constitución.

domingo, 15 de agosto de 2010

EL CHARRO


El Charro Mexicano

Dentro del variado mosaíco de indumentarias no faltaba el hombre que montaba a caballo, ya fuera el vaquero o el arriero. Estos vestían camisa y calzón blanco, a veces con chaleco de gamuza o pana, otros con una "cotona" - chaqueta cerrada - que con el tiempo llego a ser mada más que una tira angosta; los pantolones eran anchos, con vistosa botonadura en los costados; añadían la faja, el sombrero y las botas, y sobre un hombro llevaban un magnífico sarape. Los ricos hacendados, dueños de amplias extenciones de tierra, usaban además, una especie de polainas abiertas, llamadas "mitazas", con bordados de hilos de seda, amarradas debajo de las rodillas, y sustituían el sarape con la manga, que era una prenda de pana de bordes redondeados, adornada con bordados y galones de hilos de seda o de oro.
El caballo impresiono profundamente a los indígenas en el siglo XVI cuando contemplaron el espectáculo, inusitado para ellos, de los españoles que cabalgaban sobre sus lomos. Desde entonces el caballo siempre a tenido un papel importante en la vida del mexicano, tanto para las faenas del campo, como para el manejo del ganado y arriería, así como también en todas las guerras que ha librado el país. De estos antecedentes surgió a fines del siglo pasado, la charrería profesional, en forma de asociaciones de deportistas que organizan espectáculos y competencias, en las que se lucen suertes muy peculiares, únicas en el mundo. La charrería es un deporte elegante, costoso por los lujosos atavíos del charro y los caballos finos.
La indumentaria usada por los charros se deriva, por una parte, de las prendas de los aldeanos españoles de varias provincias, las cuales evolucionaron a través de los siglos, y por otra de las necesidades peculiares del vestir del campesino mexicano, por lo cual constituye un estilo muy particular, en el que dificilmente se reconocen sus orígenes. Ya en el siglo pasado la indumentaria del charro era muy singular y actualmente hay no uno sino varios estilos, cuyas diferencias se constituyen estilos regionales. Cada modalidad local posee, a su vez, el traje de faena, de media gala y de gala. El uso de estos trajes se encuentra reglamentado, según el tipo de trabajo que va a desempeñar el charro en cada ocasión. Además existe el traje de etiqueta, o ceremonia, que no se usa para montar a caballo, es muy sobrio, de color negro y tiene botonadura de plata. Se dice que fue introducido por el archiduque Maximiliano, quien fue un gran admirador de la charrería.
La indumentaria del charro profesional de nuestros días consta, en términos generales, de una camisa blanca y una corbata de mariposa, hecha de seda; chaqueta de cuero o pana; la de la faena se usa lisa; las de otras categorías van adornadas con bordados de hilos metálicos, hilos de seda o aplicaciones de gamuza. En ocasiones, además de la chaqueta, se usa un chaleco que hace juego. Los pantalones son ajustados, hechos de gamuza, jerga o paño; para el traje de gala se adornan profusamente con botonaduras de plata o bordados. Encima de los pantalones se emplean chaparreras de cuero, las cuales se abrochan con botones de variados materiales. Las chaparreras se llaman "chivarras" cuando son de piel que conserva el pelo del animal. El charro lleva un sombrero especial de copa alta y ala ancha, echo de fieltro, paja o palma y profusamente adornado para el traje de gala. El traje se acompleta con botas o zapatos, espuelas de hierro pavonado y plata, y un sarape de Saltillo o, más frecuentemente, de Santa Ana Chiautempan. El equipo del charro está formado por una silla de montar, los herrajes y otros accesorios, y cuesta una verdadera fortuna por la profusión de piezas de plata martilada, el cuero piteado - bordado con fibra de pita - chimitiado - adornado con cordones de lana y cerda - o, adornado en otras forma. En cada presentación que hace el charro, los adornos del traje deben hacer juego con los de la silla, y, además, deben de estar de acuerdo con la ocasión y el tipo de suerte que vaya a ejercitar.
La Federación Nacional de Charros vigila por la autenticidad de la indumentaria y los accesorios. A eso se debe que la generación del traje de los charros cantores y los sombreros que se hacen para los turistas no afecten al charro aristocrático.

(Back to Folklorico Home page)

viernes, 13 de agosto de 2010

EL PARIÁN - MEXICO


MERCADO” EL PARIÁN “

Destruido en el primer tercio del siglo XIX, el mercado del Parián estaba en lo que sería después el Zócalo. El México de los años treinta del siglo XX era quizá a la vez muy semejante al México decimonónico y hasta a la ciudad colonial. Guillermo Prieto, en Memorias de mis tiempos, describe esa zona de la capital:
Por aquel tiempo se ordenó y llevó a cabo la demolición del Parián, grande cuadrado que ocupaba toda la extensión que hoy ocupa el Zócalo, con cuatro grandes puertas, una a cada uno de los vientos, y en las caras exteriores, puertas de casas o tiendas de comercio. En el interior había callejuelas y cajones como en el exterior y alacenas de calzados, avíos de sastre, peletería, etc.
En un tiempo los parianistas constituían la flor y la nata de la sociedad mercantil de México, y amos y dependientes daban el tono de la riqueza, de la influencia y de las finas maneras de la gente culta.
La parte del edificio que veía al palacio la ocupaban cajones de fierros, en que se vendían chapas y llaves, coas y rejas de arado, parrillas y tubos, sin que dejaran de exponerse balas y municiones de todos calibres, y campanas de todos tamaños. Al frente de la catedral había grandes relojerías..., la contraesquina de la 1.ª calle de Plateros y frente del portal la ocupaba la gran sedería del Sr. Rico, en que se encontraban los encajes de Flandes, los rasos de china, los canelones y terciopelos, y lo más rico en telas y primores que traía la nao de china...

miércoles, 4 de agosto de 2010

HERMOSO COYOACÁN


Coyoacán, al igual que otros antiguos pueblos aledaños a la entonces pequeña Ciudad de México de principios de siglo, como lo fueron Tacuba, Tacubaya, la Villa de Guadalupe, Tlalpan, Mixcoac, San Ángel, Xoco, Romita o Tlacoquemécatl, y los más cercanos a Coyoacán como Los Reyes, La Candelaria, San Antonio Coapa, Santa Úrsula y Xotepingo, fueron perdiendo sus fértiles parcelas mediante una sistemática y desorganizada urbanización, para así unirse a la gran metrópoli que los ha devorado. Lo mismo ha sucedido con los pequeños y pintorescos barrios coyoacanenses, otrora separados por sus productivas huertas y amplios maizales.

Cada uno de los ocho barrios que conforman Coyoacán tiene importantes templos construidos durante la época colonial, donde todos los años el día del santo patrono se celebran fastuosas fiestas pletóricas de ceremonias religiosas, procesiones, música, danzas, juegos mecánicos, fuegos piroténicos y la indispensable vendimia. Estos encantadores barrios, actualmente unidos por quebradas calles y angostos callejones, son poseedores de interesantes historias y fabulosas leyendas.

Podríamos imaginar cómo lucían hace menos de un siglo estos peculiares barrios. Empecemos por el barrio de la Concepción con su pequeña plaza de La Conchita y su churrigueresca y bella capilla, vigilada celosamente muy de cerca por la célebre Casa de La Malinche, entre abundantes y límpidos riachuelos nacientes del manantial de Los Camilos, con sus animados lavaderos de ropa, sitio donde proliferaban los ahuehuetes.

Los barrios de San Lucas y San Mateo, surcados por serpenteantes y cantarinos arroyuelos, con sus tupidos maizales y amplios llanos para la cría de ganado. El de Santa Catarina con su templo dedicado a Santa Catarina Mártir y su pequeña plaza rodeada -como hasta ahora- de conventos y de grandes mansiones. Los de El Niño Jesús y San Francisco con sus tortuosas callejuelas, montados sobre el negro pedregal -ardiente erupción del Xitle- actualmente separados del centro de Coyoacán por la avenida Miguel A. de Quevedo, donde lucen las desnudas, provocativas y bañadas esculturas de Gabriel Ponzanelli.
El pequeño y recóndito barrio de San Antonio con su pequeña y misteriosa capilla de San Antonio Panzacola que perteneció a los frailes carmelitas, situada junto al pintoresco puente de piedra sobre el río Magdalena. Por último, el barrio de Churubusco con su histórico Convento de los Dieguinos, al que llegaba la importante calzada de Iztapalapa. Antes de la época colonial este lugar era una pequeña isla que los indígenas llamaron Teopanzolco, punto donde se juntaban la Laguna de México y el Lago de Xochimilco.

Muchos de estos barrios están unidos por la antigua Calle Real, llamada después Santa Catarina, posteriormente Benito Juárez y ahora Francisco Sosa; la que empieza en el puente de Panzacola y termina en la actual plaza Hidalgo. Por largo tiempo fue recorrida por un tranvía que comunicaba al barrio de San Ángel con el de Churubusco; el cual era arrastrado primero por mulas y más tarde impulsado eléctricamente. Otra calle principal que une otros barrios coyoacanenses es la de La Higuera, que comunica la plaza Hidalgo con la plaza de La Conchita.

Describir el atractivo, populoso y colonial barrio de Coyoacán, el lugar más festivo y jovial de la Ciudad de México, no es tarea fácil. Su apacible, poética e inspiradora apariencia durante el transcurso de la semana, hace contraste con el abigarrado ambiente de sábados, domingos y días festivos en su plaza Hidalgo y Centenario.
Al caminar por el antiguo atrio y camposanto del tempo de San Juan Bautista encontramos al frente una sencilla cruz atrial; a la izquierda una gran estatura del cura Miguel Hidalgo, y en su parte posterior la interesante escultura labrada sobre un tronco de árbol llamadaLa Familiade Antonio Álvarez Portugal y Josué. A un lado está el quiosco, siempre rodeado de palomas.

Al cruzar la calle de Carrillo Puerto, que divide el atrio en dos, se encuentra la bullente fuente de Los Coyotes. La plaza está flanqueada al norte por el edificio que alberga la sede delegacional del Distrito Federal(mal llamado Palacio de Cortés, ya que es posterior a la época colonial y nunca vivió allí el conquistador); al sur, por la imponente construcción del templo de San Juan Bautista; al poniente, por los restos de su portada atrial en piedra labrada, justo enfrente de la calle de Francisco Sosa, donde en medio de gran profusión de postes se esconde la interesante fachada de la casa de Diego de Ordaz.

Miles de paseantes provenientes de todos los rumbos de la ciudad, ávidos de distracción, se reúnen los fines de semana en esta gran plaza para gozar de su sano ambiente. Para reír con Moi, Ramón, Pedro y Gabo, bromistas y atrevidos mimos; para jugar con el simpático Miko; o para aclarar dudas amorosas con “El Pollo”, hábil y meloso quiromántico que compite con “Chispita” y “Estrellita”, amaestrados pajaritos, lejanos parientes de elegantes canarios.

También puede ocurrir que nos encontremos con las mecánicas estatuas vivientes; que decidamos escuchar a los narradores orales de la pequeña plaza de Santa Catarina, o simplemente visitar el Mundo Subacuático, y a través de él sumergirnos en lejanos mares y admirar su colorida fauna.
En estos jardines coyoacanenses también podemos adquirir artesanías; comprar los abalorios de chaquira y las muñequitas de trapo que confeccionan diestras manos indígenas; encontrar, en la librería de la plaza, el libro o el disco más reciente, y observar la asombrosa habilidad de los pintores del spray. Junto a la capilla abierta del antiguo templo dominico-franciscano, se exhiben algunas vistosas pinturas, paisajes que oscilan entre arte y artesanía.

A muchos visitantes no les molesta formar una fila con tal de poder saborear las deliciosas nieves y helados o las refrescantes aguas -hechas de jugosas frutas de la estación- que se expenden en las cada vez más numerosas neverías. Algunos prefieren comprar el caldocito esquite y los quemados elotes asados o cocidos, aderezados con crema, mayonesa, jugo de limón, queso rallado, chile en polvo y sal. A otros les gustan más las tradicionales gorditas de la Villa, envueltas en colorido papel de china, Las sabrosas alegrías, aglutinadas con miel de abeja y asperjadas con nueces y pasitas; las obleas de harina, con el exquisito sabor que les da miel y las pepitas de calabaza, o los ligeros, multicolores y cada más pequeños algodones de azúcar.
En Coyoacán hay varios restaurantes y cafeterías para todos los gustos. Unos son medio callejeros, otros se encuentran en antiguas construcciones que han sido remodeladas para tal fin, como el conocido restaurante situado en el lugar que ocupó hace muchos años el histórico cine Centenario. La mayoría de estos sitios son bastante concurridos por intelectuales, turistas nacionales y extranjeros, y por los capitalinos.
Abundan las taquerías y torterías, donde se sirven sabrosas y delgadas flautas, gordas tortas compuestas, pambazos enchilados y refrescante tepache. Rebulle, al atardecer, en el arranque de la calle de la Higuera, el mercadito de fritangas con su gran variedad de quesadillas —que no son sólo de queso—, sopes, tostadas, pozoles y tamales; son de admirar los humanoides o animalescoshot cakesque Rogelio diseña artísticamente al gusto del comensal.

Texto: Enrique Salazar Híjar y Haro.